Aterrizar es lo importante: PARTE 3
Si en el primer post de la serie sobre aterrizajes hemos hablado del punto fijo y los mandos, en el segundo sobre el trafico, en esta tercera e última entrega, hablaremos sobre las maniobras.
En el último post comentamos aspectos un poco «teóricos» sobre el vuelo bajo campana. Esta vez queremos entrar en detalles sobre algunos ejercicios prácticos y maniobras que nos servirán para tener algunos recursos extra y ¿por qué no?, para divertirnos un poco bajo campana. Afortunadamente el vuelo en paracaídas no es simplemente una forma de llegar al suelo enteros para volver a saltar, sino una disciplina aparte que nos puede ofrecer muchas satisfacciones y diversión.
Esta maniobra hay que dominarla porque seguro que la necesitaremos en alguna que otra ocasión. Como ya sabemos, al tirar de un mando inclinamos la campana e iniciamos un giro, pero también picamos e incrementamos la velocidad vertical. Si esto pasa cerca del suelo… ¡mal asunto! Siempre que llegamos al suelo tenemos que hacerlo con la campana horizontal y sobre nuestra cabeza, ya que podemos absorber un impacto relativamente fuerte mediante la técnica PLF (si caemos con el cuerpo en posición vertical), pero si llegamos al suelo con el cuerpo inclinado 45º… no hay PLF que valga.
Un giro plano nos permite girar manteniendo la campana horizontal sobre nuestra cabeza y perder poca altura durante el giro:
Iniciamos un giro suave con un mando y lo acompañamos inmediatamente con el mando opuesto (la diferencia entre un mando y otro hará que el giro sea más o menos pronunciado), hasta que los juntamos para detenernos en la dirección adecuada. La intención de esta maniobra es acompañar el giro inicial con, digamos, un pequeño flare que evite que nos hundamos durante el giro. Podemos continuar los giros levantando ligeramente un mando y bajando el otro hasta que lleguemos a la dirección deseada.
Nuestras manos se habrán juntado más o menos a la altura del pecho así que, desde aquí, podemos iniciar un flare con una aplicación enérgica de mandos – si estamos ya llegando al suelo-, o soltarlos suavemente para recuperar el vuelo a máxima velocidad antes de aterrizar. Si al soltar los mandos la campana pica y acelera, significa que nos hemos pasado aplicando mandos, y si nos inclinamos demasiado durante el giro, significará que hemos tardado en aplicar el mando opuesto. Lo ideal es practicar esta maniobra para conseguir la mayor cantidad de giro con la menor pérdida de altura, pero a la vez dejando suficiente recorrido al mando como para poder hacer el flare.
¿Lo mejor? practicar y encontrarle el punto a nuestro propio paracaídas.
Ni que decir tiene que esto hay que practicarlo en altura antes de probarlo cerca del suelo, y que cuando empecemos a hacerlo abajo lo mejor es probar pequeños giros al principio: 15º, 30º,45º… y progresivamente ir haciéndolos más amplios hasta ser capaces de girar 90º a unos 12/15m del suelo y aterrizar con seguridad.
Aterrizar con viento cruzado:
Cuando estamos aprendiendo, al entrar con viento cruzado es normal que la campana se incline e instintivamente tendamos a «apoyarnos» en el lado por el que nos caemos, ¡pero lamentablemente es el lado contrario al que debemos inclinarnos para evitar el golpe! Cuando bajamos una mano para «apoyarnos», ese mando baja y lo más probable es que inadvertidamente el otro suba… ni que decir tiene que esto inclinará más todavía la campana y terminaremos pegándonos un revolcón. Para evitar esto hay básicamente dos opciones posibles:
A. La primera es hacer el flare con las manos delante del cuerpo para verlas, y concentrarnos en no sacarlas fuera. Con viento de cara, o viento cruzado suave, esto puede ser una solución fácil a nuestro problema, pero no es la ideal.
B. La segunda forma es hacer un flare más dinámico, en este caso no nos interesa que los mandos bajen simétricos, sino que hemos de compensar la inclinación que el viento cruzado induce en nuestra campana. Para esto lo ideal es mantener la campana horizontal aplicando un flare asimétrico: cuando empecemos el flare notaremos que la campana «se nos cae» un poco hacia un lado, e incluso que nos caemos nosotros; en esta situación es importante mantener la calma y evitar el movimiento instintivo.
¡Hay que poner la campana en su sitio, horizontal sobre nuestra cabeza!: continúa el flare e intenta sentir la misma presión en ambos brazos, esa será la pista que nos permitirá mantener la campana en posición a pesar de que un mando termine más alto que el otro al final del flare. La intención de esto es que, si el viento inclina nuestra campana a la izquierda, aplicamos más mando derecho para compensar y mantenerla horizontal. Fácil, ¿no? Escrito suena más complicado de lo que en realidad es, ya verás cómo, con un poco de práctica, le pierdes el miedo a los aterrizajes con viento cruzado.
Cambio de dirección durante el flare:
Hay veces en las que al llegar al suelo tenemos que esquivar un obstáculo de última hora, o tal vez estemos entrando cruzados y queramos encararnos un poco más al viento. Para ello podemos hacer un flare asimétrico que nos permita orientar la campana. La idea es:
Cuando comenzamos el flare bajamos más un mando que el otro – lo que inclinará la campana- pero inmediatamente acompañaremos con el otro mando para igualarlos. Dependiendo de la velocidad y la diferencia de recorrido de cada mando, giraremos más o menos. Es importante entender que esta maniobra es dinámica y más contundente que un giro plano, recordemos que estamos haciendo un FLARE para aterrizar, no es cuestión de bajar un mando y luego pensar en que el otro tiene que igualarlo… la idea es un poco «percibir» la reacción de la campana y hacer un movimiento continuo en el que un mando va un poco por delante del otro, manteniendo la asimetría mientras tengamos presión en la campana y esta sea capaz de volar, y, cuando estemos parándonos, enderezar la campana y posarnos con seguridad. Hay que tener en cuenta que con campanas grandes es difícil hacer esto porque no suelen tener suficiente velocidad como para generar la sustentación necesaria, así que – como siempre – pruébalo arriba y consulta a tus instructores. Esta es la maniobra más complicada de todas las descritas, así que practica, practica y practica.
NOTA: Todos estos ejercicios han de intentarse primero en altura, pero varios de ellos necesitan una referencia para saber que realmente nos dan el resultado esperado, ya que a 1000 metros es difícil percibir si hemos descendido mucho o poco. A medida que se vayan probando los ejercicios, se pueden ir intentando cada vez más abajo para ir midiendo mejor estas pérdidas de altura. Algunos de ellos eventualmente se pondrán en práctica justo al aterrizar, pero antes de eso haz suficientes prácticas para sentirte muy cómodo. Por otra parte, las descripciones que se hacen de los movimientos pueden resultar confusas pero son muy fáciles de entender si te las demuestran en persona, así que insistimos: consulta primero a tus instructores ante cualquier duda.
Traducción del texto original: Rory J Sánchez
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